domingo, 4 de abril de 2010

Ensayo : En mi vereda

Sentada escribiendo sobre la pena de muerte escucho gritos desde mi ventana. La curiosidad es algo muy poderoso, entonces me dejo llevar y me estiro a ver lo que ocurre en las calles de san Martin de Porres. Era un hombre, sin camisa, con el short a la cadera a punto de caer. Borracho, drogado, no lo se. Vociferando a algún otro individuo, exacto a él, que pudo haberle hecho algún tipo de ofensa, no saludarlo, mirarlo mal, son tantas las posibles causas. Pero sin importar la causa, el camina a su encuentro, para enfrentarlo, como solo conoce una manera, con la violencia. Junto a él algunos “amigos” tratan de disuadirlo, mas allá la fiesta en la que participaba sigue tal cual, la gente no se inmuta, es algo cotidiano y sin mayor relevancia. Mientras avanza y sus amigos tratan de detenerlo, sus hijos corren tras él , la mayor de 9 años aproximadamente llora desesperada por que no lastimen a su padre y aunque aun no lo entiende, así lo perderá; cuando en alguna gresca alguien pierd los estribos y meses o años antes le hayan concedido el portar armas; y entonces, su padre morirá, en su ley, como solo conoce una forma para terminar las cosas. El hijo menor de 6 años probablemente, también llora, no entiende , no conoce y le falta aun percibir la gravedad de lo que vive. Que estas conductas, estas lagrimas y este espectáculo, influirá en su vida.

La pregunta que viene a mi mente, con todo este altercado es ¿estará el futuro de esos niños determinado o trazado por la conducta de su padre?, es de estos lugares de donde salen los delincuentes. Aquellos que, sin escrúpulos, rompen la luna de tu auto, se suben a la combi para arrancharte la cartera o aun peor los que salen juntos y por un par de zapatillas son capaces de matar a algún púber inocente que las traiga. Este lugar no es un lugar pobre, la gente no muere de hambre, es un lugar de gente sin cultura pero que bien puede sostenerse, algunos de sus tiendas, otros de oficios no conocidos; pero al final son gente que vive, no sobrevive.

Aunque inocente, pensé que el lugar no hace a la persona, que puedes crecer en cualquier lugar sin dejarte influenciar, puedes estar alrededor de malas personas sin serlo tu. Pero al ver a estos niños llorar porque su padre va en busca de una paliza bien merecida, me pregunto si realmente los seres humanos somos capaces de sobreponernos a tanta ignorancia. Si mientras creces solo ves a tus padres tomar desde las 7 de la mañana, en la calle, con amigos, que al igual que ellos tienen oficios no conocidos que les permiten vivir cómodamente, sin necesidad de sacrificar su trago matutino. Los fines de semana en este lugar son como ver una película peruana, donde se ven los barrios bravos la gente tomando en la vereda y animando la fiesta con el equipo de sonido del auto. No pensé nunca vivir aquí, nunca me pareció tan mal. Casi no salgo, no conozco a nadie y gracias a dios nunca me han robado, pero hasta cuando durara mi suerte, hasta que momento podre decir que no me afecta vivir aquí. No es el nombre ni lo que representa, es la gente que me asusta, me horroriza, me produce desconcierto imaginar que los niños que veo jugando en la pista alrededor de padres a punto de caer al suelo de borrachos, son los que en el futuro, se llevaran mi cartera, romperán las lunas de mi auto y… dios me libre puedan asesinar a mi hijo.

1 comentario:

  1. Interesante la optica desde que lo enfocas prto deberias dar soluciones para no ser parte del problema

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